domingo, 2 de marzo de 2014

El "para qué" de Amarás en Guerra (según su autor)




La revista mexicana "Proceso", en una nota del 2 de marzo (link para la nota aquí) describe un interesante caso en el que un sujeto, haciéndose pasar por mujer en las redes sociales, intimaba con jóvenes menores de edad para convencerlos de que le mandaran fotografías "eróticas" de si mismos.

Las fotografías eran vendidas en las redes de pornografía infantil o bien usadas como elementos de extorsión a las familias de los jóvenes: O pagaban cierta cantidad o las fotografías eran difundidas.

Esta nota, por extraño que parezca, ejemplifica en gran manera lo que asumo como razón principal para dar a conocer nuestro proyecto y es que a final de cuentas, creo firmemente que Amarás en Guerra no sólo es una novela de ficción, sino también una alegoría sobre cómo todo lo que en un momento se "sabe de cierto" puede ser falso.

Independientemente de que las "realidades alternas" son el material de complicadas teorías sobre la naturaleza "cuántica" de nuestra existencia y la actualización de probabilidades,  también son una simple cuestión de percepción.

Para las víctimas del sujeto de la nota en "Proceso", "la mujer" que les pedía las fotos, ERA REAL y tan es así que estuvieron dispuestos a enviarle lo que les pidió.  Para ellos, "la realidad", al momento en que se tomaron las fotografías y las mandaron, era que estaban teniendo una "relación" con una mujer.  Vivían en "una realidad alterna".

 Uno puede vivir en una realidad alterna sin saberlo toda su vida y puede no sufrir daño alguno, sin embargo, es imposible saber las atrocidades que cometió en defensa o consecuencia de esa, su "falsa realidad".

La historia nos habla de terribles actos que se llevan a cabo por las "creencias", la terrible certeza de que lo que se hace se debe hacer porque tiene su fundamento en una verdad absoluta.  Hablamos desde las guerras santas hasta un pornógrafo de las redes sociales.

Hoy más que nunca, en una época en la que los medios de comunicación tienen una penetración verdaderamente implacable, surge la necesidad de adquirir y difundir una cultura de vivir guiados por "la propia experiencia" y no por los ecos de experiencias o supuestas experiencias que se despliegan con el movimiento de un dedo en todos los medios informáticos que nos rodean.
 
Por mejores reseñas que tenga un restaurante uno no puede tener por cierto que es un buen lugar para comer hasta que no va y prueba los platillos.

Con esto no quiero decir que lo único válido es lo que dicte nuestra experiencia personal, sino que hay una necesidad de tomar la información a nuestro alrededor como una estadística a ponderar racional y concienzudamente a fin de decidir lo que "tenemos por cierto" basándonos en lo que es "bueno" o "malo" para nosotros mismos de acuerdo a las experiencias que hemos vivido.

 Las recomendaciones del restaurante pueden ser correctas, después de todo.

No podemos llegar a los extremos.  El sólo creer que lo único válido es lo que nos dicta nuestra propia experiencia llevaría a la auto-alienación y a la negación de una realidad común que es necesaria para la subsistencia humana.

La información que tenemos a nuestro alrededor debe filtrarse por el tamiz de nuestra propia experiencia, de lo que para cada uno es o ha sido venturoso o no.

En general, los medios de información han diseminado la creencia de que "las drogas destruyen", pero así como hay cientos de casos de vidas destruidas por las drogas, hay muchos más casos de adictos que nunca tendrán un problema por su adicción sea porque no está desbordada, sea porque tienen los medios para sobrellevarla.

¿Se debe o no consumir drogas?

Mi opinón es que la pregunta más bien debería ser: ¿Se debe correr el riesgo?

La mayoría de las personas que se arrojen al concreto de una altura de 10 metros morirán, pero hay casos documentados de gente que ha sobrevivido a caídas más prolongadas. ¿Qué es lo que personalmente se podría ganar experimentando una caída de una altura de 10 metros? ¿Qué es lo que se podría perder?  Después del balance... ¿Vale la pena saltar?

Creo sinceramente que en la actualidad es necesario hacer conciencia de que cada decisión que tomemos puede reportar un beneficio o un perjuicio para nuestra persona y que esa conciencia debe transmitirse a nuestros jóvenes más allá de creencias religiosas o doctrinas éticas.

Lo anterior puede suponer un criterio demasiado egoísta o pragmático pero, en mi experiencia, si se ayuda al prójimo como costumbre, se tendrán más posibilidades de que el prójimo termine por ayudar y eso, normalmente termina siendo provechoso para todos.

Yo no sé si "Amarás en Guerra" termine por difundir esta visión que considero necesaria ahora más que nunca, pero claro, eso no evita en forma alguna que ponga la mesa e invite al lector a que lo averigüe por sí mismo.

Arturo B. Loranca



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