lunes, 3 de febrero de 2014

La Teología del Imperio Europeo




Según la Real Academia de la Lengua Española, "Dios" es el "Ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo"  lo cual, en principio nos muestra una diferencia entre la concepción monoteísta y la concepción politeísta que, aplicada al contexto humano, nos establece dos formas bien diferenciadas de entender la existencia.

La religión Católica y las diversas derivaciones de la misma establecen que Dios es un ser omnipotente, omnisciente y que es tanto el principio como el final de todas las cosas.  La explicación de la trascendencia, el origen y el destino se suman en una sola entidad, "el alfa y el omega".

Por otra parte, las religiones politeístas como el hinduísmo o el taoísmo, distribuyen los aspectos esotéricos de la realidad en diversas entidades que pueden ser fallidas pero que, indudablemente, tienen facultades sobre-humanas que las colocan en un terreno de supra-ordenación respecto de los mortales.

Los seres fallidos pero "superiores" no pueden apartarse de los mortales por razones inexplicables y así vemos a un panteón helénico que plaga sus ciudades con mestizos mitad hombre y mitad dios o deidades nórdicas que pelean hombro con hombro con sus fieles o deponen personalmente tiranos a punta de espada, cosa que los seres perfectos del monoteísmo hacen mediante "sus elegidos".

El contacto hombre-dios es casi cosa de todos los días en las mitologías politeístas, mientras que en las monoteístas, se da como caso excepcional (milagro) por profetas o humanos elegidos para compartir con el resto la divinidad. 

"Dios", en las religiones monoteístas, es un ser que ya tiene todo planeado y que define las causas de todo en su plan maestro, lo cual genera diversas interrogantes sobre la existencia o función del libre albedrío;  En contraste, "los dioses" de las religiones politeístas representan fuerzas de la realidad que pueden o no alterar el curso de la existencia humana, existencia humana que en la mayoría de los casos se resuelve por voluntad propia.

En Amarás en Guerra, el Evangelio del Imperio Europeo dice:

"En el principio todo lo que existe y existirá se encontraba en un caos absoluto en el que ninguna forma era capaz de definirse.  El caos se movía, se quedaba quieto, se mezclaba, se disolvía y se condensaba.  A veces no era más que un efecto de su propia causa, a veces era poco menos que una bestia o ni siquiera eso.

La eternidad por fin hizo que el todo se diera cuenta de si mismo y se llamara Europa, nuestra madre.

Europa lo era todo y todo era Europa, pero un día Europa tuvo un sueño y ese sueño, aunque era parte de ella, era algo distinto y se llamó “Id”, el segundo, quien era perfecto y suficiente.

Id se enamoró de Europa y Europa se enamoró de Id.  Juntos existieron en absoluta felicidad hasta que Europa despertó, e Id, como todo sueño, tuvo que dejar de existir dejándola preñada con los recuerdos de su amor.

Esos recuerdos, hijos de Id, tenían la esencia de su padre pero eran diferentes. No eran perfectos ni suficientes porque necesitaban que su madre los alimentara para sobrevivir y su madre los alimentó porque eran los recuerdos de su amado.

Dei, el codicioso, “el que quiere”, el recuerdo del deseo y el amor insaciable; Lex, “el confiable”, el que no desea nada sino estar ahí para ella, el recuerdo de la solidaridad permanente; Ein, “el ocurrente”, el recuerdo borroso de todas las cosas fugaces que Id había hecho para hacerla feliz; Ars, el caprichoso, “el que está lleno de sí”, el recuerdo de la soberbia y el orgullo que lo hacían diferente y; Tul, “el doloroso”, el recuerdo de la tristeza que le causó cuando se fue.

Europa les dio a sus hijos todo lo que ella era, hasta que el todo que era dejo de ser y en su lugar quedaron solo ellos, los primeros dioses, quienes trajeron el orden de las cosas.

Dei hizo a los elementos que integrarían todas las cosas para que todas las cosas tuvieran un poco de él y así le pertenecieran; Lex hizo al espacio para contener a los elementos y así todos tuvieran un lugar para existir; Ein creo el tiempo que empuja a todo lo que existe a estar en eterno cambio para que siempre haya algo nuevo que esperar; Ars hizo las formas de las cosas de manera caprichosa para que pudieran distinguirse las unas de las otras y Tul… Tul se alejo de todo para perderse en un sueño que pudiera mitigar el dolor de haber perdido a su madre."
 (extracto de Capítulo III de la Novela "Amarás en Guerra")

Independientemente de lo establecido en el "Evangelio", en el mundo de la novela, las diversas escuelas de la Santa Iglesia del Imperio, han establecido diversas interpretaciones que derivaron incluso en "herejías" como la de Abdul Alzhared, quien llegó a indicar que humanos y Dioses son una misma entidad fragmentada a fuerza de su propia naturaleza que los hace incapaces de percibirse o aceptarse como materia de algo más grande. Un brazo que no sabe que es sólo el apéndice de un hombre, un engrane que no sabe que existe sólo porque cumple una función en la Deus Ex Machina, un ser humano que existe porque...

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